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Reflejo en mi mismo

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Me envolverá una sombra de tristeza distinguida con esta luz que emana y volveré a ser un tímido cantor, el errante de las luminosas fuentes. Sabrás de mí, cuando el sol penetre en los rosales, en la turba de las noches cálidas de verano, en el otoño de los parterres mudos y fríos, sabrás que fui lo que quise ser y que la muerte me agarró entre sus escamas una tarde que mis canciones resumían el espacio. No me tuviste mucho aprecio, pensaste que todos eran más melodiosos, más armónicos, mucho más rítmicos, y que mi canto no podía conmover a las estrellas. Tuviste razón en todo, salvo en un pequeño detalle, mi verso siempre te hizo llorar de emoción. Enrique Sabaté.

Por la memoria.

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Hoy me puede la cruda tristeza, la que no da a lugar a esperanza, este nudo imborrable de ayeres que convoca a la muerte y la rabia, en un golpe de miedo y penumbra donde viene a quedar la nostalgia entre ruidos de sangre en la boca con el mal del recuerdo que alambra la intención de salir a la vida a roer la madera y el alma. Hoy me pueden los surcos y orillas, las cunetas, los ríos, montañas, esas negras y oscuras razones que se dan por respuesta callada, y los muertos que siguen y esperan que las tumbas un día se abran a la luz del crepúsculo humano y se enjuguen la paz y las lágrimas. Enrique Sabaté.  Todos los derechos reservados. 

lacigarra

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Te conozco

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Yo sé de tus espacios, tus lívidos silencios, la base, la estructura, tus formas, tu talento, el ágora imperioso que habitan los deseos de ser la más brillante gaviota del Egeo. Conozco cada plaza, las calles de tu pueblo, lo mucho que se olvida privado del recuerdo, el río sin memoria discurre en este tiempo que a nada compromete ni brinda sentimientos. En fin que ya es sabido tu lenguaje converso en voces codiciosas sin alma, ni consuelo, siquiera es un temblor contigo de epicentro. Enrique Sabaté.

Los Graco, tribunos del pueblo

Los Graco, tribunos de la plebe, con sus reformas se enfrentaron a los aristócratas. Los pueblos honestos aman a sus representantes honestos, los otros siguen a los cantamañanas de las corruptelas y las apariencias por si caen migajas. Por los honestos representantes de los pueblos. ¡Oh Roma! antorcha grave, augur de la codicia ¿a quién este odio airado beneficia? al dueño de la tierra, de la llave del hombre si es comprado en su malicia. Oh Roma, por los pies supersticiosa, ajada y vieja sota entre vestales. Sembrados tantos males te hicieras, recelosa, más bárbara y mortal que tus rivales. ¡Tú Roma! que a tus hijos has negado y al tiempo al sacrilegio te condenas en ruinas, te encadenas, esclava, sola creas tu pecado, niegas, cruel, las penas. Enrique Saba

Selección

Desencanto . Hoy vuelve el cielo gris a ser palmera y todos los desastres a su fuero, los vivos a su número en la lista, el bobo a hacerle caso a tus consejos. Hoy tengo en el bolsillo una petaca de míseras acciones y supuestos con solo por razón una palabra que increpa en todo el orbe y universo. Hoy sé que estas, mis coplas a la vida, no son sino una suerte de sucesos sin otra exactitud, nunca procede, que la exageración de hacerse el muerto. Hoy quiero amanecer sin que me sientas y puedas deshacerte de tus miedos con tanta libertad que entre tus alas no quepan ni las dudas ni los celos. Hoy quiero que me sepas, de inmediato, indigno de tu amor y tus deseos, que soy como esos virus cuando infectan y matan los espíritus y cuerpos. ............................. Sorpresa . Encontré en el sendero mis sombras, esta dura y terrible certeza de no ser sino esclavo del hambre y el deseo atrevido en la guerra. De unos ojos yo q